MIRA EL VIDEO
BENDECIR Y MALDECIR
En su libro, La Ley y La Promesa (The Law and The Promise), el escritor Neville Goddard cuenta la historia de un joven quien experimentó de primera mano lo poderosa que puede ser la imaginación como una herramienta para bendecir a los demás.
Un pordiosero se le acercó a un joven para pedirle dinero para comprar comida. Debido a la forma en la que fue criado, el joven le dio todo el dinero que traía en su bolsa, aun cuando en ese momento, sus finanzas eran insuficientes para cubrir sus propias necesidades. Sin embargo, unas cuantas horas más tarde, se le acercó nuevamente el mismo pordiosero, quien ahora se encontraba completamente borracho.
«Estaba yo tan enojado,» le dijo el joven a Neville, «tan solo de pensar que el dinero que yo tanto necesitaba había sido utilizado de tal forma, que me prometí en ese momento que nunca más escucharía la plegaria de un pordiosero. A lo largo de los años, mantuve mi promesa, pero cada vez que
me rehusaba a darle algo a alguien, mi consciencia me lo recalcaba. Me sentía tan culpable que hasta me desarrollé un fuerte dolor estomacal, pero no me podía permitir ser un poco flexible al respecto.
«Hace poco, un hombre me detuvo mientras paseaba mi perro y me pidió dinero para comprar algo para comer. Siendo fiel a la promesa que me hice,
se lo negué. Fue amable a pesar de mi respuesta. Hasta admiró a mi perro y habló de una familia en Nueva York que conoció que criaban perros Cocker Spaniel. ¡Esta vez, mi consciencia realmente me estaba molestando! Cuando se fue quise actuar la escena de nuevo, como me hubiera gustado que
hubiese pasado, así es que me detuve ahí en la calle, cerré mis ojos unos cuantos segundos y reviví la escena de forma diferente. «En mi imaginación, vi al mismo hombre acercarse a mi, pero en esta ocasión el se acercó a mi admirando mi perro. Después de que platicamos un rato, me imaginé como me decía, ‘No me gusta pedirte esto, pero verdaderamente necesito algo…